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Arte paleocristiano


Arte de transición

El máximo valor del arte cristiano primitivo o paleocristiano es que significa un puente entre la cultura clásica y la cristiana. El arte de las primeras comunidades cristianas supone un cambio radical del realismo clásico al expresionismo cristiano. Las figuras planas y sin fondo sustituyen a la perspectiva y al modelado. Esto se debe a la influencia de las comunidades cristianas de Oriente y a la necesidad de utilizar un lenguaje claro y compresible por los fieles con el que plasman gráficamente los conceptos de la nueva fe. Las paredes de las catacumbas primero y las basílicas después se llenarán de imágenes y escenas narrativas claras y expresivas. Estas dos características serán constantes en el arte cristiano durante más de mil años, es decir, hasta el naturalismo del gótico del siglo XIII.

La arquitectura paleocristiana: la basílica

Las primitivas comunidades cristianas se congregan en catacumbas, recintos subterráneos utilizados en épocas de persecución por el poder romano. En el año 313 el emperador Constantino acepta el cristianismo publicando el Edicto de Milán. Desde el momento del triunfo, al pasar de ser perseguida a ser protegida por el Estado, la nueva fe no tarda en manifestar su gusto por el lujo y las representaciones prestigiosas como instrumentos eficaces de propaganda.
La necesidad de dotar a la liturgia de un espacio arquitectónico da lugar a las primeras basílicas que toman como modelo las basílicas civiles romanas más adecuadas que los templos clásicos para las grandes concentraciones de fieles. El nuevo templo debe cumplir la función de lugar de reunión y de culto. La basílica* será el modelo más común y se utilizará en el arte cristiano posterior.
Basílica de S. Apollinare in Classe, Ravena, h 530. Primitiva Basílica Cristiana



Organización del espacio: la basílica organiza su espacio en tres (o cinco) naves* longitudinales separadas por columnas. La nave central es más alta y en sus muros se abren ventanas que iluminan el interior. La cubierta (el techo) es plana y de madera. La cabecera se remata con un ábside* semicircular en el que está el altar. En las grandes basílicas la cabecera se amplía dando lugar a una nave transversal o transepto* o crucero*. Al edificio se accede a través del atrio*, patio con una fuente en el centro, para pasar al nártex, sala transversal o vestíbulo que da acceso a las naves interiores a través del pórtico*.
Nave central de la Basílica de San Apolinar in Classe en Rávena 

Entre las basílicas destacan: las de Santa Sabina y Santa María la Mayor, en Roma.

También se construyen otros edificios de planta circular o poligonal destinados a mausoleos (sepulcros) o baptisterios (con pila para el bautismo).

Iconografía paleocristiana

  • LA PINTURA

El repertorio básico de imágenes se encuentra en los muros de las catacumbas*, cementerios subterráneos donde los cristianos enterraban a sus difuntos. Los temas tratados son muy variados y serán la base de la tradición artística cristiana de los siglos posteriores. Una de las primeras imágenes es el crismón*, monograma formado por las dos primeras letras griegas, «X» y «P», del nombre de Cristo; a estas se le añade el signo de la cruz, el círculo y a ambos lados α y ω del alfabeto griego. La combinación de círculo, monograma y cruz nos presenta a Cristo como síntesis espiritual del universo, como Sol invictus, como la luz que ilumina las tinieblas, como símbolo del triunfo del cristianismo sobre el paganismo grecorromano.




Otro de los temas tomados de la antigüedad clásica, pero con nuevos contenidos, es el Buen Pastor que representa a Cristo apacentando al rebaño. Asimismo hay elementos vegetales y animales como la vid, el cordero, el ciervo, la paloma…que se convierten en alegorías del mensaje cristiano.


Catacumbas Paleocristianas


  • LA ESCULTURA
Tiene su mejor expresión en los relieves de los sarcófagos. Los temas de los primeros tiempos son motivos geométricos, astrales y zoomorfos (animales). Después dominan los temas figurativos (figuras humanas y animales). Las figuras ocupan el primer plano y domina la frontalidad, son de igual tamaño y pueden enmarcarse en un fondo arquitectónico de arcos y columnas. Destacan los relieves del sarcófago del Buen Pastor.






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